El encapotado del Barrio Antiguo.

El Barrio Antiguo es una de las zonas más antiguas de Monterrey, data desde los días de su fundación de modo que existen leyendas sobre el barrio, sus lugares y personajes.

Era el año de 1697, hablando del Monterrey de antaño, eran las 3 de la mañana cuando doña Serapia Lozano, esposa de don Eustolio Macías, familia acaudalada y dueños del mesón de Alhambra que estuvo ubicado allí por una calle muy representativa de la ciudad, ubicada entre Mina y Naranjo, fue en ese lugar donde comenzó con los dolores de parto y era necesario ir por la partera, doña Maruca.
Puede ser una imagen en blanco y negro de una o varias personas y ropa de abrigo
Tomó su sombrero, capa y espada y pidió a la servidumbre que fueran preparando todo lo necesario para el alumbramiento mientras él regresaba con la partera.
Era una noche lluviosa y tormentosa, motivo por el cual quisieron acompañarle sus ayudantes, además porque siempre las horas de madrugada han sido propicias para asaltos y asesinatos.
Don Eustolio no quiso la compañía de nadie y se dirigió solo hacia su destino.
Por lo oscuro de la noche, iba alumbrándose con una lámpara de aceite cuando lo sorprendió un tipo que en forma enérgica y poco cortés desenvainó su espada y se la puso en el abdomen al señor Macías al mismo tiempo que le exigía el oro que trajera encima, que lo necesitaba para una noble causa.
Don Eustolio no quiso creer el cuento del asaltante y como siempre se caracterizó por ser diestro en la esgrima, era tan hábil que pocos lo retaban, motivo por el cual dio un salto y sacando su espada con la rapidez de un relámpago, la hundió en el corazón del asaltante, quien quedó herido de muerte, pensando en que no había logrado su cometido, motivo por el cual se había dispuesto a asaltar.
El Sr, Macías con la prisa que tenía por llegar a donde estaba la partera se olvidó de lo ocurrido y llegó hasta el hogar de ésta para dirigirse a su casona, obviamente le platicó lo sucedido a doña Serapia.
En pleno parto sucedió algo que hizo extrañar a la partera Maruca, pues según ella ya había logrado traer al mundo al único niño que estaba en el vientre y que de repente apareció otro bebé en forma extraña, al que también logró sacar con vida.
Puede ser una imagen en blanco y negro de 1 persona, niños, de pie y ropa de abrigo
Al terminar su trabajo, don Eustolio acompañó de nuevo a la partera; más que por cortesía, fue por regresar al lugar del crimen donde encontró el cadáver rodeado de curiosos que oraban por su alma.
Se cuenta que desde ese momento comenzó a aparecerse el asaltante a todo aquel que pasaba a horas no apropiadas, motivo por el cual don Santiago Ytuarte, vecino del lugar, mandó a hacer misas en su honor.
Un día que don Eustolio paseaba con su esposa y los gemelitos por el barrio antiguo, se les acercó un hombre con la cara tapada y encapotado, pidiéndoles una ayuda para celebrar una misa por un difunto en pena, doña Serapia con recelo le dijo a su marido que socorriera en su petición al extraño personaje y que se marcharan de allí en forma inmediata.
Don Eustolio, sacó de su talego unas monedas, y se las dio al misterioso vagabundo, no sin antes preguntarle que para quien era la misa, el encapotado le contestó que para un hombre que habían matado unos años atrás por esos rumbos.
Y que solo quería unas monedas del hombre que lo había matado, cuando intentó asaltarlo, porque requería dinero para pagar a una partera, porque también aquella noche de su muerte, su esposa estaba de parto, pero como no alcanzo a llegar su esposa había muerto, y el antes de morir había pedido un deseo, que su hijo tuviera una vida feliz y llena de comodidades.
Cuenta la leyenda que el deseo se le concedió a aquel moribundo, cuando en el vientre de doña Serapia, se le trasladó en forma misteriosa aquel bebé de su esposa fallecida, por no tener la atención requerida.
Fue entonces que doña Serapia y don Eustolio, comprendieron que uno de sus dos gemelitos era el hijo del encapotado, del que jamás se supo nada, ni se volvió a aparecer.
Lo que si se supo con el tiempo es que uno de los gemelos al crecer, había matado a su padre en forma misteriosa y que se fue del barrio, huyendo, siendo visto de vez en cuando encapotado y con la cara cubierta, como alma en pena.
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El Barrio Antiguo siempre nos muestra historias que se quedan grabadas en los rincones de la ciudad, sin duda un lugar emblemático y representativo de nuestra hermosa ciudad.
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Ubicación:
Calle Mariano Matamoros Ote.  # 839, Centro Monterrey,  Nuevo León CP 64000

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